dimecres, 21 de desembre del 2022

2n


Casi treinta años avanzando para darme cuenta que lo qué buscaba estaba donde empecé, que todo aquello que hice definió como soy ahora y ha guiado mis pasos hasta el día de hoy. Que guardar mis malos sentimientos desde pequeño hizo que ahora no comprenda gran parte de ellos, ni los buenos ni los malos, mucho menos saberlos expresar.

Obligado a mimetizarme con el entorno para sobrevivir, sin saber quién soy o qué soy. Con miedo a no agradar a los demás, sin levantar la voz y sin opinar de nada, me sumí en el pozo de la indiferencia. Una persona Sombra, detrás de quien sea, haciendo lo que sea, con sonrisas tímidas y siempre secundario. Segundo para todo, incluso para mi mismo, siendo más importantes los sentimientos de los demás que los inexistentes míos. Aún sigue siendo así, después de veintinueve años, en cualquier ámbito de mi vida, mi familia, mi pareja, el voleibol, mis amigos, mi trabajo. Siempre en la retaguardia, soportando pero no disfrutando, escondido, pero presente, sin queja alguna, pero sin ningún aporte tampoco. Y claramente no es mi entorno el que me relega a esa secundaria posición, sino yo mismo con mis inseguridades y mis miedos, sin dejar patente mis pensamientos ni ideas, sino acomodándome en el perseguir a los demás, nunca decidir y siempre acatar, cual soldado de primera y protegido con la vagancia de la elección. 

Bueno, me queda el consuelo de que después de seguir a grandes personas, el mimetizarme con ellas, me ha dado grandes experiencias y mejores personas a mi lado, que aunque no caminen a mi lado diariamente siempre me apoyarán y me echaran una mano con cualquier problema.

1 comentari:

Anònim ha dit...

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