Empecé a caminar
detrás de ti cuando tan solo sabía decir “Mamá” y crecí oyendo tus sabios
consejos. Tu fuerte pelo liso y tu piel grasa calaron en mi adolescencia,
aportándome buenas y malas noticias. Aunque también me regalaste tu bondad, y
nadie ha sufrido aún mi enfado. Te olvidaste de obsequiarme con tus preciosos
ojos azules, pero te perdono, ya que no le haría honra a tan bellos iris. Tal
vez el haber heredado tu facilidad para dormir, me haya causado más de un
problema, pero ahora soy un gran amigo de todas las camas. En cuanto a
disciplina, no me aleccionaste para seguir un código de vida, y de eso estoy
orgulloso. Pero tal vez sí que me inculcaste el saber cuándo callar, que de más
de una me ha salvado, la verdad. Me fascinó tu tranquilidad y la heredé por
encima de todas tus cualidades, incluso abriéndome más puertas de las que nunca
podré cerrar. Sé que dentro de ti vive el instinto de viajar, al igual que en
mí, por eso viajaré hasta que mis días se agoten. Una vez leí una cita, de cuyo
autor no me quiero acordar, “seguí tus pasos y ellos me alejaron de ti”. Ahora
la hago mía para decirte que ya me puedes dejar volar, ya que tanto tu
sabiduría como tu experiencia ya forman parte de mí.
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Microrrelat per al concurs "Seguí tus pasos y ellos me alejaron de ti" de Talentocomunicaciones i dedicat a ma mare, Isabel.
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