dimecres, 4 de gener del 2017

Mal soñado

Tuve que soñar para vivir. Aunque en todos los sueños no viví cosas bonitas, ni cosas que te hacen crecer, ni siquiera cosas que te dan impulsos. El problema fue el despertar continuo, despertarse y soñar, confundir los sueños con la realidad y el día a día con una mancha borrosa de mi vida. Haciendo preguntas a todo aquello que no tiene pilares para sujetarse… Levantarse, comer, trabajar, comer, trabajar, procrastinar, perder el tiempo, ver la televisión, dormir la siesta, soñar. Soñar mal, recordando todo aquello que tu cerebro expulsa pero junto, distorsionado, borroso, impersonal, pero a la vez más personal que la vida misma. Una vez dije que de los sueños se debe aprender, pero tan solo de esos sueños donde la mente está libre, el aire despeja tus ojos y acabas cansado al final del día. No podemos aprender de esos sueños donde el cuerpo no se ha esforzado, cuatro paredes te cubren y no crees que sea necesario ni siquiera la ducha… No me gusta que este sea el primero del nuevo año, pero quince días soñando dan para mucho.

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