Hoy
nadie me ha levantado de la cama, hace ya una semana que no vienen y necesito
quince minutos para poder sentarme encima de la cama, levantarse ya es otra cosa,
ya que tengo mi 4x4 al lado de mi despertador, con sus cuatro patas y su acero
inoxidable. No me acuerdo de la última vez que me levanté con una erección,
aunque si que recuerdo la última vez que mojé la cama y los gritos de mis hijos
también. Ahora hacerme el café de las 8:00 es una Odiesa, aunque la verdad es
que cuando lo tengo hecho ya no me hace falta y así al menos cuido mí línea. Es
verdad que llevo 3 años despertándome sólo sin un ‘buenos días’ de la persona
que compartió su vida conmigo, pero ahora sueño con ella y me hace más compañía
que antes. He roto 3 veces ya el espejo y siempre acabo cortándome, encima al
no cicatrizar bien tengo más marcas en mi cuerpo, cosa que odio.
No se puede decir que no he disfrutado de la vida, he
compartido risas con mis amigos, mi mujer, mis alumnos, con mis compañeros de
trabajo e incluso he hecho reír una vez a mi nieto. Me quedan pocos países por
visitar, sólo unos 150, pero bueno la cuestión es que he hecho del mundo mi
casa, conociendo así gente de diversas religiones, tradiciones incluso hablaba
un idioma africano, cuyo nombre ya ni recuerdo.
Sin querer he dejado que el tiempo pasase por delante de
mis ojos, quedándome con más arrugas que conocidos. Tengo álbumes de fotos que
incluso no recuerdo, además hay algunas fotos en las que no recuerdo quien es
el que está a mi lado. He sufrido un cáncer, tengo Alzheimer diagnosticado des
de hace dos años y ayer me corté un trozo del dedo meñique del pie intentando
cortarme las uñas.
Ahora mismo ha entrado mi hijo, me está gritando pero
cómo se piensa que estoy sordo no le contesto y sigo escribiendo esto, que tal
vez no sea una gran obra cómo las de Kafka pero se lo dejaré en herencia a mis
hijos, a ver si se atreven a leerlo y aprovechan los días de su vida, que sin
querer ya tengo 90 años, ¿o 91?
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