diumenge, 23 d’octubre del 2016

Visión

Al empezar a vivir en otro lado, donde nadie te conoce y a nadie conoces, se hacen duros los fines de semana, dónde mirar por la ventana es lo más placentero que puedes hacer. Invirtiendo este tiempo en pensar, analizando este mes y medio en tierras lejanas de la comarca. En él encuentro una enorme diferencia con respecto a todos mis años anteriores, a parte de estar solo. No es más que mis ganas por aprender. Cuando me preparo para ir a clase, cojo el portátil, el abrigo por si hace frío después, la tarjeta de transporte y me embadurnan las ganas. Las ganas de escuchar a ese doctor que ha invertido tanto tiempo en estudiarlo, para después ver reflejado en sus palabras su entusiasmo. Transmitiendo a todos sus estudiantes una incertidumbre por no perderse ningún detalle, a mi entre ellos. Por eso llega el viernes y la mente necesita descansar. Asimilar los conceptos y no dejar ningún cabo suelto. Volviendo a la ventana, desde donde se puede ver la calle, los abetos, gente y coches. Y automáticamente te pones a pensar donde podrías aplicar los conocimientos adquiridos...


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